Su mensaje central es que piensa tener una “presidencia imperial” en la que sus asesores cercanos cumplan a rajatabla sus designios y en la que no habrá oposición a su locura autoritaria.
Por: El Colombiano (Editorial)
Estados Unidos lleva 248 años de un experimento democrático que para muchos ha sido de los más exitosos pero que ahora parece tambalearse ante la posibilidad de un segundo periodo en la presidencia para Donald Trump. Al menos eso quedó muy claro en una entrevista que concedió el exmandatario a la revista Time, en la cual en su calidad de candidato republicano detalló lo que son sus planes para una segunda presidencia.
Son muchos los temas que tocó, pero el mensaje central es que piensa tener una “presidencia imperial” en la que sus asesores cercanos cumplan a rajatabla sus designios y en la que no habrá oposición a su locura autoritaria. Esa gente cercana que lo rodeaba, y que al conocer sus ideas le escondió papeles o se escabulló para dar una voz de alarma, ya no va a existir. Para ello se ha encargado de eliminar a la vieja guardia republicana, esa que todavía tenía conciencia y respeto por las leyes. Y tiene alineado a un equipo que se encarga de conseguir no tanto candidatos para diferentes puestos, sino acólitos a los que someten a test antitraición y a los que se les pregunta si consideran que las elecciones del 2021 fueron robadas por Biden. Ya se imaginarán a quiénes aceptan y a quiénes rechazan.
Trump considera que todos los controles a la Casa Blanca impuestos por los legisladores en las cortes deben borrarse en favor de un presidente más poderoso. Y rompiendo con la historia de independencia de poderes característica de ese país desde que la promulgaran los founding fathers, afirma que despedirá al fiscal general que no obedezca sus instrucciones de investigar a alguien que a él le parezca necesario. Demuestra un apetito por el poder tan insaciable que el historiador presidencial Douglas Brinkley cree que un segundo periodo de Trump mostraría “el nacimiento de un nuevo tipo de orden presidencial autoritario”.
Y es que no hay frente que se le resista. Planea organizar una operación de deportación que expulsará a 11 millones de migrantes, construirá campos de detención y llevará al ejército a la frontera. Buscando congraciarse con los más conservadores promete que dejará que los estados que así lo decidan controlen el embarazo de las mujeres y penalicen a quienes aborten. Cuando se le pregunta directamente que cuál es su postura sobre este último tema, se escabulle diciendo que es totalmente irrelevante porque lo que importa es lo que decidan las autoridades locales.
Tampoco quiere a ningún cerebro gris a su alrededor dándole consejos que él considera insulsos. Por ello va a cerrar la oficina de la Casa Blanca que se encarga de preparar planes para pandemias futuras y se va a reservar el derecho de despedir a empleados que no estén en cargos políticos y que no coincidan con sus puntos de vista, con el consiguiente vasallaje que esto puede crear. A lo que sumará la retención de fondos al Congreso a discreción.
Otro aspecto que deja totalmente claro es que va a perdonar a los más de 800 detenidos por el ataque al capitolio el 6 de enero de 2020. Para él son patriotas que estaban cumpliendo una misión sagrada. Y aunque se contradice varias veces, dice que podría llegar a encargarle a un fiscal que se centre en investigar todos los “crímenes” que ha cometido Biden.
En el ámbito internacional, no ayudará a los países aliados de Europa y Asia que siente que no estén gastando lo suficiente en defensa, no ve por qué seguir apoyando a Ucrania, y si con Israel se muestra ambiguo, con Netanyahu se siente traicionado por una operación en la que no lo apoyó y lo culpa del atentado que sufrieron el 7 de octubre pasado. Finalmente, en una actitud proteccionista que podría perjudicar bastante al país, quiere imponer tarifas de 10% a todas la importaciones y de 100% a algunas chinas.
Un segundo mandato de Trump sería distinto no tanto por su carácter sino por el entorno que ha creado a su alrededor y que le permitirá actuar con mayor libertad. Como dice su exasesor Steve Bannon “está en modo guerra” y piensa darla hasta el final, se ve más seguro y se siente el mando en sus gestos y su voz. Porque si hay una segunda vez, ya sabe cómo funciona Washington y está dispuesto a pasarse por la faja lo que haga falta con tal de concentrar todo el poder del Estado en sus manos. Y como concluye el artículo de la revista, “si logra conseguir una fracción de sus objetivos habrá hecho más cambios que cualquier otra presidencia en los últimos 100 años”. Los años por venir para Estados Unidos y el mundo no pintan nada bien si el voto se inclina a su favor.
Publicado el 25 de mayo de 2024