Así lo afirma el biólogo Santiago Roberto Duque Escobar, profesor de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia, quien por más de 30 años ha estudiado la diversidad de microalgas en ríos, quebradas, lagos, lagunas y humedales, lo que le ha permitido conocer en profundidad la “salud” ambiental de los más valiosos ecosistemas acuáticos del país, entre ellos el del Amazonas.
Perfil
«Para explorar ese universo imperceptible al ojo humano, pero fundamental para la supervivencia de la humanidad, el profesor Duque ha recorrido la mayoría de ecosistemas acuáticos continentales»
Por: Diana Manrique Horta
Diatomeas, cianobacterias y desmidias son los nombres de las microalgas que fascinan al biólogo Duque, el primer profesor de planta que tuvo la UNAL Sede Amazonia hace 34 años, cuando esta aún no acogía programas académicos ni estudiantes, sino que era una estación científica, ubicada en el kilómetro 2 de la vía a Tarapacá, frente al Aeropuerto Alfredo Vásquez Cobo de Leticia, capital del departamento más grande del país en cuanto a extensión territorial, y compuesto en su totalidad por la selva amazónica.
Con un entusiasmo que contagia a quien lo escucha, el profesor Duque explica que “las cianobacterias o algas verdeazuladas son los organismos a los cuales les debemos la vida; aparecieron hace 2.500 millones de años, se inventaron la fotosíntesis, y como producto final de este proceso liberan oxígeno”. De hecho, el 21% de la concentración en la atmósfera de este gas, esencial para que los seres humanos respiremos, se debe a ellas.
“Hoy se han convertido en un problema ambiental, pues como han vivido tanto tiempo también han evolucionado y desarrollado una alta capacidad adaptativa a ambientes muy alterados por la mano del hombre, en donde su proliferación produce toxinas o venenos conocidos como cianotoxinas. Ingerir o tener contacto con agua contaminada por estas microalgas produce afecciones gastrointestinales, respiratorias, neurológicas, de la piel, los oídos y los ojos; uno de los síntomas más comunes es la diarrea”.
Agrega que “mientras en Brasil o Chile ya existe legislación para su control, en Colombia apenas se está empezando a hablar del tema”.
De otra parte, las diatomeas son extraordinarias porque tienen una pared de silicio –el segundo elemento más abundante en la corteza terrestre después del oxígeno–, que cuando se mezcla con la arena forma el vidrio, es decir, son algas de vidrio, pero tan fuertes que pueden sobrevivir toda la vida.
“Ellas se acumulan en los fondos de los lagos y quedan como un ‘libro’ que resguarda un gran legado, pues hoy se emplean para recuperar la ecología del planeta miles de años atrás, es decir que observando los sedimentos lacustres se pueden reconstruir las condiciones ambientales y ecológicas de cualquier lugar, una ciencia conocida como paleolimnología”, menciona el investigador.
Las desmidias están conformadas por una sola célula, pero una parte de ella es un espejo espectral de la otra parte, “son una maravilla de la naturaleza a las que les gusta vivir en ambientes prístinos, los cuales escasean cada vez más en el país y en otras latitudes”, relata el profesor Duque.
Señala además que las diatomeas, cianobacterias y desmidias muestran la amplia biodiversidad de Colombia también en microalgas; una prueba de ello es la ficoteca amazónica que él ha venido construyendo desde hace varios años y que espera se convierta en una nueva colección preservada y custodiada por la UNAL.
La razón por la que este académico, egresado de la UNAL, haya centrado su atención en estos organismos microscópicos es porque ellos resultan esenciales para conocer la “salud” de ríos, quebradas, lagos, lagunas y humedales. La ciencia que se encarga de su estudio se llama limnología, y el profesor Duque es uno de los más reconocidos de América Latina en este campo, y además dirige el Grupo de Investigación en Limnología Amazónica, conformado por un equipo interdisciplinario. Los aportes científicos de varios de sus pupilos –nacionales y extranjeros– han permitido entender mejor cómo están conformadas y cuál es la calidad de las aguas del río más largo y caudaloso del mundo, que serpentea por la selva como una gigante anaconda: el Amazonas.
Para explorar ese universo imperceptible al ojo humano, pero fundamental para la supervivencia de la humanidad, el profesor Duque ha recorrido la mayoría de ecosistemas acuáticos continentales, como la laguna de Fúquene y el lago de Tota, los embalses de Neusa y Betania, la ciénaga de San Sebastián, los más de 26 humedales y cananguchales que rodean Leticia, y los ríos y lagos de la Amazonia colombiana.
Fue durante su niñez y juventud que el joven Santiago tuvo las primeras aproximaciones a esa riqueza natural del país que lo cautivaron y llevaron por las rutas de la biología y la limnología.
Nacido en Bogotá pero criado con un fuerte legado paisa, y por lo tanto con un gran espíritu andariego, además de leer o andar en bicicleta, junto a su padre ingeniero, su madre bailarina y su hermano ingeniero, aprovechaban los fines de semana para conocer ríos, montañas, lagunas, páramos y cuanto lugar apareciera en sus recorridos. Por eso también el gran patio de su casa en Neiva, donde pasó parte de su infancia, era una “estación de paso” para animales, a la que llegaban aves, perros, gatos y hasta cusumbos.
“Eran los años sesenta y setenta, cuando el conflicto armado todavía no ‘contaminaba’ los territorios y se podía andar sin temor a un secuestro, un robo o a perder la vida”, recuerda.
Este interés de llegar a los diferentes ecosistemas del país se enriqueció durante su época de estudiante en la UNAL Sede Bogotá, como pupilo de Luis Eduardo Mora Osejo, profesor de biología en la Universidad y uno de los botánicos más reconocidos del país, quien recorrió incansablemente el territorio colombiano recolectando flora.
“Fue él quien me introdujo en dos temas que han marcado mi vida: la docencia y el estudio de los microrganismos acuáticos; me regaló una malla especial para capturar las microalgas, que se convirtió en una pieza esencial en mis salidas de campo, un legado que más adelante compartiría con mis estudiantes de la Universidad Pedagógica, donde inicié mi actividad docente, y después en la Nacional”.
Continúa: “en esa época las salidas de campo no estaban previstas en los currículos, pero yo las monté en mi clase ecología e hice con mis estudiantes lo mismo que hicieron conmigo mis padres y mis profesores: me los llevaba para todos lados; les he dado mucho campo, pues lo que se aprende recorriendo el país no se olvida jamás, y además te enseña a apreciar tu tierra”.
Destaca además que todos los investigadores que han pasado por el Laboratorio de Limnología de la UNAL Sede Amazonia quedan ligados a este, bien sea porque estén trabajando en proyectos liderados por la Universidad o que lo hagan en temas de calidad del agua. Pero no duda en aclarar que los aportes que se han realizado en este tiempo no hubieran sido posible sin la participación de las comunidades indígenas.
“Nos hemos sensibilizado recíprocamente: ellos han respetando los conocimientos académicos y nosotros el saber tradicional, que ha permitido fortalecer su gobernanza sobre sus ecosistemas acuáticos, ya que las fuentes hídricas son la base fundamental para el futuro de las comunidades”.
La voz del profesor Duque es una de las más escuchadas cuando se trata de advertir sobre la importancia de entender el valor de las cuencas hidrográficas del país. En 2021, por ejemplo, un trabajo dirigido por él evidenció que, contrario a lo que se pensaría, las comunidades de la frontera amazónica no terminan de comprender cuál es el aporte de los humedales; así mismo, en 2022 advirtió que las reducciones de los niveles de agua en el lago de Yahuarcaca afectan seriamente la calidad del preciado líquido en Leticia.
Además, ha sido uno de los abanderados en el proceso de mejora de la pesca en el sistema lagunar y quebrada de Yahuarcaca, que permitió que en sus 21 lagos volvieran a nadar pirarucús, arawanas, bisagras y gamitanas (o cachamas negras), especies emblemáticas del sistema amazónico, gracias a un proyecto de recuperación de la pesca liderado desde hace 12 años por la UNAL Sede Amazonia y la Organización de Pescadores Artesanales TIKA.
“La presencia de la UNAL en esa región es lo más importante del trabajo que se viene realizando, porque es la Universidad allá en el territorio, al lado de la gente. El legado más grande que deja una institución es en la región, estando allí y ayudando a construir región, y yo he tenido la fortuna de aportar a ese legado desde el conocimiento sobre la relación entre los seres vivos y el agua” concluye el profesor Duque.
Publicado por Periódico Unal el 28 de abril de 2024