Unos días para recuperar la cordura a través de las palabras escritas, de páginas y páginas llenas de diferentes historias, que se abren generosas para mostrarnos otros mundos, otras ideas, nuevas rimas, pensamientos y análisis profundos, cuentos, leyendas.
Por: Aura Lucía Mera
“Las letras nacieron como dibujos: se trataba de dibujar los pensamientos (…) Las palabras escritas transformaron el mundo y ya nunca fuimos los mismos (…) La escritura atrapa, transforma, perpetúa, nos ancla (…) Escribir nos cambió para siempre”.
Estas fueron algunas de las palabras mágicas que Irene Vallejo pronunció en la inauguración de la FILBO. Palabras que parecían dictadas por los ángeles, porque Irene Vallejo no escribe: tiene el don único de plasmar en palabras hechas de filigrana que se van uniendo para tejer una sutil y delicada cadena, gota a gota, letra a letra, que nos va elevando a una dimensión desconocida de belleza y sabiduría intangible, casi como el viento. Dejarse llevar por sus palabras es una experiencia espiritual.
No estoy presente en la feria, pero la sigo con pasión. Escucho el conversatorio de Muriel Barbery, la francesa que nos cautivó con La elegancia del erizo y ahora retorna con Una hora de fervor.
Veo que Mónica Ojeda, escritora ecuatoriana, estará presente con su libro Chamanes eléctricos en la fiesta del sol, que comparte los misterios del Inti Raymi y sus ceremonias del solsticio de verano en las cumbres de los nevados andinos: Chimborazo, Altar Cotopaxi, Tungurahua, Cayambe, Antisana… Sus páginas toman una fuerza psicodélica de luces, sensaciones, leyendas y rituales milenarios, cuando el hombre blanco no había llegado todavía a profanar esas etnias ni a condenar sus tradiciones. Una obra intensa, porque nos habla de la sexualidad y desintegración de los volcanes. Arrasadora y ardiente; inolvidable.
FILBO: un oasis en medio de esta turbulencia política. Unos días para recuperar la cordura a través de las palabras escritas, de páginas y páginas llenas de diferentes historias, que se abren generosas para mostrarnos otros mundos, otras ideas, nuevas rimas, pensamientos y análisis profundos, cuentos, leyendas.
Veo que estarán presentes José Zuleta, Piedad Bonnet, Guido Tamayo, Humberto de la Calle, editores, periodistas, guionistas, poetas, críticos de arte…
No sé si Sergio del Molino, escritor y periodista español, está invitado, pero su última novela, titulada Los alemanes, ganadora del Premio Alfaguara 2023, es un must que rompe esquemas y nos lleva a un suceso histórico casi desconocido de la historia de España. Está basada en el asilo que buscaron los alemanes del Camerún después de la Primera Guerra Mundial en la península ibérica y se radicaron para quedarse, sobre todo en Zaragoza. Narra cómo en la dictadura eterna de Franco extendieron sus ideas nazis y pudieron ejercer un poder definitivo y camuflado en fábricas de salchichas y negocios inocentes de fachada, y la consecuencia de estos actos para las generaciones posteriores, porque no existe secreto que no salga a la luz, ni acciones sin consecuencias. Un libro importante, una estructura diferente. Voces y vivencias en la primera persona de sus personajes, que se entrelazan por vínculos de sangre y descubrimientos non gratos. Una obra imperdible y que deja huella.
Estoy de corazón en la FILBO y los seguiré espiando virtualmente desde este Valle, por ahora de lágrimas e incertidumbre. Acaricio un escritorio viejo que tengo en mi apartamento, tal vez lo que más quiero, en el que aprendí a leer y escribir mis primeras palabras, ¡Las que cambiarían mi vida para siempre!
Publicado en El Espectador – 23 de abril de 2024
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