La desinformación es un peligro para las democracias, y aunque ahora el tema vaya de trolls rusos filtrándose por cuanto resquicio encuentran en el ciberespacio, Colombia tampoco se puede descuidar.
Editorial de El Combiano del 22 de junio de 2024
El célebre pintor catalán Salvador Dalí acuñó hace ya varias décadas una frase que decía “Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí”. Esta sentencia, que ha sido muy usada en marketing y en comunicación política, parece ser el lema de una nueva campaña de desinformación promovida por actores anónimos prorrusos y dirigida a medios y periodistas con el fin de amplificar noticias falsas.
Hasta el momento, más de 800 organizaciones de noticias en Europa y fuera de ella han recibido miles de correos electrónicos y cientos de menciones en redes sociales que coordinadamente solicitan verificación sobre supuestas noticias falsas, mezclando diferentes tipos de contenidos para crear una historia creíble y con múltiples capas. Y lo curioso es que la mayoría de enlaces enviados a los periodistas conducen a la aplicación de mensajería Telegram.
Este asunto ha sido denunciado en un informe realizado por Check First, una empresa finlandesa de software que bautizó el caso como Operación Sobrecarga. La estrategia es hábil y catastrófica: tratan de convertir en noticia falsas narrativas porque estas, al ser desmentidas, se difunden y siembran la duda. Y avanzan un nivel más allá de las famosas fake news porque usan a los propios sistemas de verificación de noticias para establecer agendas políticas, propagar ideas y formar una opinión pública a su antojo.
La estrategia detectada es muy sencilla: supuestos ciudadanos preocupados dicen haber visto afirmaciones sospechosas en medios rusos, piden a los periodistas que las revisen y solicitan que tras comprobarlas compartan la información ampliamente. Lo que les importa no es que la historia se desacredite o no, sino llegar a un público más amplio, y para ello envían una avalancha de mensajes que hace parecer que lo que se vive es una situación apremiante. Sin escatimar recursos utilizan videos de noticias reales para adaptarlas a sus mentiras que buscan desacreditar a los refugiados ucranianos que viven en Occidente y crear un clima de hostilidad hacia ellos. Una operación de manipulación a escala global y masiva realmente aterradora. El objetivo final, según el estudio de Check First, es promover la agenda militar del Kremlin.
Ahora bien, no es que la verificación de datos haya quedado en entredicho, no hay que desanimarse, pero hay que tener más formación en ciberseguridad. La responsabilidad de los medios de comunicación siempre será mayor que la de una red social donde se difunden miles de bulos o mentiras cada día, por eso es importante colaborar entre todos para identificar patrones que mejoren la respuesta colectiva.
De hecho, modelos de manipulación como estos demuestran la imperiosa necesidad de apoyar y fortalecer el periodismo de calidad que sin duda es una de las mejores herramientas para combatir la mentira.
Una sociedad tiene que nutrirse con distintos puntos de vista, pero debe tener mucho cuidado para que sus fuentes no sean aquellas que se alimentan de la polarización y las falsas noticias. Así como los medios tienen la responsabilidad de verificar sus datos antes de informar, los ciudadanos, como consumidores, también deben verificar la autenticidad antes de compartir en redes. La difusión de noticias falsas es una amenaza real en la era digital y depende de cada uno de nosotros detener su propagación. Con gestos tan simples como no darle a reenviar a cuanto contacto se tiene en Whatsapp antes de comprobar que la información es válida, se lograría mucho.
La desinformación es un peligro para las democracias, y aunque ahora el tema vaya de trolls rusos filtrándose por cuanto resquicio encuentran en el ciberespacio, Colombia tampoco se puede descuidar. El nuestro es el tercer mercado digital en América Latina después de Brasil y México. Y como lo reveló un estudio del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford, el país es una de las 12 naciones donde existen cibertropas que difunden campañas políticas por WhatsApp, situación que ha llegado a desbordar la capacidad de instituciones públicas, colectivos y organizaciones que luchan por mitigar el impacto de sus acciones.
La alfabetización digital es un reto y una necesidad individual y colectiva. Si el ataque se dirige ahora hacia los verificadores de información no hay otra respuesta que trabajar unidos, denunciar casos como los de la Operación Sobrecarga y ejercer la sana costumbre de dudar y comprobar antes de difundir informaciones sospechosas que en nada benefician al conjunto de la sociedad.
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